Quedan dos días para que se termine este trimestre que fue cuatrimestre, y cuesta madrugar. Ellos también están cansados y con ganas de vacaciones, pero no sé cómo se arreglan, que se las apañan para reír a carcajadas, correr como locos en el patio y bailar el swish swish mientras charlan. (Se ve que alguno no quitó la costumbre aunque la moda ya haya pasado).
Y es que ellos se cansan pero tienen energía y ganas, y si la cosa va bien, incluso tienen ganas de venir al colegio y no se quejan porque la semana llegue hasta el viernes a las cinco.
Entrar en clase sonriendo, contar una anécdota divertida, compartir nuestros fallos para que sientan que somos como ellos y que los comprendemos; mirar a los ojos cuando te hablan; atender con mirada interesada cuando presentan un trabajo (aunque tengamos que estar a la vez pensando en cómo vas a sacar adelante ese proyecto que tienes en mente para la asignatura de lengua)... Hay muchas cosas que se pueden hacer para transmitir a nuestros alumnos que venimos cada día al colegio pensando en ellos. A veces cuesta muchísimo, pero es nuestro trabajo, y aunque estemos muy lejos de ser considerados la joya de la corona, y ser tratados y cuidados como creo que nos merecemos, tenemos que hacer el esfuerzo cada día de ser el mejor ejemplo para las personitas que conviven con nosotros.
Decir esto a dos días de un descanso de esta semana no es difícil. Intentar cumplirlo el primer día después de esa semana de vacaciones, lo será más. Pero ahí están ellos para renovar las ganas.